Lo acontecido en las ultimas semanas, me lleva a la reflexión, con lo que el lenguaje popular ha denominado una “mega alianza”
Por: Alejandro Saucedo Hernández
Muchos son los eventos dentro de nuestra vida cotidiana que marcan tan significativamente partes esenciales de nuestro futuro inmediato; actos tan simples pueden ser la antesala de grandes oportunidades, por las que deberemos responder en una línea del espacio tiempo en el que todo ser humano se encuentra.
Estas acciones, marcan la pauta para leer entre líneas que, a través de la experiencia narrada, de la voz a voz, podemos ir elucubrando grandes formas de pensamiento, pero también grandes fracasos de la historia. Algo muy peculiar en estos días, es sin duda la efervescencia electoral que se está viviendo ya desde hace unos meses: cada uno tiene su prospecto, cada uno apuesta por un proyecto, cada uno por quien confía. Pero poco puedo pensar de aquellos a quienes se impone por quien elegir, sería ocioso de mi parte.
En este punto he de detener el carruaje tácito de mi opinión, para dilucidar que lo anteriormente expuesto, da pie a determinaciones que derivan de la construcción de una identidad personal en una sociedad establecida.
Dice Berger y Luckman (2003) que “Las sociedades tienen historias en cuyo curso emergen identidades específicas, pero son historias hechas por hombres que poseen identidades específicas”; es decir, que la identidad de la sociedad sólo se alcanza por sujetos con una identidad definida, las cuales se van construyendo por instituciones fuertes y bien cimentadas, en primer lugar, la familia y posterior a ello instituciones sociales diversas. ¿Qué pasaría si una de ellas no posee una identidad definida?; bueno, tal vez, un poco de lo que sucede en la actualidad.
Pero la idea de estas líneas se centra en una identidad más allá de la electoral, una identidad en la que podamos establecer bases sólidas para la construcción de la democracia y el desarrollo del país, en la que todos estaremos obligados a contribuir y trabajar para que las cosas sucedan, para que el sueño se cumpla.
Sin embargo, lo acontecido en las ultimas semanas, me lleva a la reflexión, con lo que el lenguaje popular ha denominado una “mega alianza”. Y es que, en este sentido, el visualizar a partir de las declaraciones del líder del PAN que interpreto como: “juntos, pero no revueltos” (o vaya usted a saber) a las tres posiciones ideológicas de la elite partidista, a mi, que soy un ignorante de la democracia y la política electoral, me deja muchas dudas y pone en juego mis creencias y la identidad que tenia sobre estas instituciones partidistas.
Lo que tengo entendido, es que existen ideologías y actitudes hacia el poder de izquierda, derecha y centro. Dentro de las cuales, existen unas mas radicales que otras. De esta manera, mientras unos defienden las ideas ya establecidas (derecha), otros propugnan por un cambio y desarrollo de estas (izquierda); antagonistas desde su clasificación en la Francia Revolucionaria, unos proponen el libre mercado, el capitalismo y el uso de las finanzas por parte de la iniciativa privada; mientras que los otros, ponen al Estado como un digno administrador del Erario.
En este marco de la identidad partidista, me surgen muchas interrogantes, anteriormente tenía opciones para elegir de diversos ideales, ¿y ahora?; lo que me lleva a otras preguntas más: ¿Cómo o de qué forma se van a poner de acuerdo los lideres de los partidos que defienden ideas y posiciones encontradas?, ¿Qué intereses prevalecerán en el Jefe de Estado electo: las centradas en la iniciativa privada y la conservación de privilegios o en la sociedad y su desarrollo?, ¿de verdad una coalición como la del PRI, PAN y PRD, tendrá intereses centrados en los problemas sociales, o simplemente será un disfraz de democracia?, ¿Qué interés se pondrán a debate para una coalición como esa: poder o bienestar general?
Simples y complejos juegos semánticos, es lo que mi mente elucubra; ¿Coalición (y pacto) de unidad o de temor político ante la perdida de privilegios?, esto lo he vivido anteriormente como figura educativa, mi apreciación me remonta al fracasado “Pacto por México” el cual quieren enterrar, como su mayor equivocación y su mayor fracaso, pero los seres humanos solemos ser obstinados y soberbios, justificando que este sí ayudará a México, insultando la inteligencia de la sociedad al pretender que se han olvidado las reformas estructurales para “supuestamente” mover a México, principalmente la educativa, en la que se amenazó a la permanencia de un gremio que ha luchado porque México se emancipe del yugo de la esclavitud que físicamente abolimos hace mas de 200 años, pero ideológicamente no hemos podido superar, derivado a esta falta de identidades definidas.
Mucho más tardó en cabildearse el “Pacto por México” que en lo que se fue desquebrajando, ¿por qué?, pues no requiere de gran ciencia, es muy simple, no contaba con ideologías solidas que le permitirán mantenerse a flote; aunque ya se habían hecho intentos por la alternancia en el poder, los 12 años de Acción Nacional estuvieron plagados de incapacidad, falta de operación política, divisiones dentro y fuera del partido; además de ello, se tiene el escarnio de haberse tratado en la cúpula, lejos de sus militantes, dando por hecho que es lo que ellos quieren o necesitan.
Algunos que estén leyendo estas líneas dirán que soy un bruto ignorante que no ve más allá de mis narices, que hubo una coyuntura superior e identitaria con dicho proyecto que los gusanos que nos arrastramos no pudiesen ver; y tal vez así sea; que los grandes expertos, tienen la bolita mágica y han viajado en el tiempo para ver los fracasos de sus acciones de hoy, ¿será verdad que ni Zambrano, ni Madero vieron venir el fracaso?, eso los convertiría en incompetentes, o en el menor de los casos solo soñadores románticos; pero, de haberlo sabido, entonces se convierten en cómplices de un proyecto económico y político Priista que poco ayudó a reestructurar el tejido social, es más, me puedo atrever a decir que lo socavó.
De esta manera se anunciaba la decadencia de la democracia el tan afamado “Pacto por México”; fue el primer ensayo de coalicionar fuerzas antagonistas, fracasó, se derrumbó, y junto a él surgió la “Trama Odebrecht” como una mala novela de Televisa; no quieran hacer lo que el Nazareno, cuando dijo que en tres días levantaría el templo; no son los mesías de México, nadie lo es ni lo será por sí solo, es necesario la fuerza y empuje de la sociedad, del pueblo en unidad común, de fortalecer identidades democráticas y políticas firmes, no importa si son de derecha, izquierda o de centro; pero que sean definidos; y aun así, somos soberbios en no reconocer esa anti naturaleza ¿apelan quizá, a la mala memoria e insultan a la sociedad, al creer que se ha olvidado el PACTO POR MÉXICO?
Ante estas reflexiones, pienso que esta mega alianza, ha optado por dejar la identidad e ideales de las mayorías, de la democracia, en una clara tomada de pelo que la ciudadanía es quien elige. Como he expresado anteriormente “Yo no soy político” y por eso “no me gusta la política” pero sus decisiones han afectado, mi vida, mi trabajo, mi salud, mi seguridad y sobre todo a mi familia.
¿Qué nos ha limitado a ser considerado un país de primer mundo, un país desarrollado?, corrijo, ¿Quién o quiénes nos han limitado?; en el principio de los tiempos con el “Pacto por México”, todo era democracia y ciudadanía; aunque se prometió acabar con el hambre y en el 2018 había mas de 9 millones de mexicanos en situaciones de pobreza extrema y que la “Cruzada contra el Hambre” resultara en caldo de cultivo para la corrupción; pero ahora, duele que no haya intermediarios crediticios; ahora duele la comunicación con la sociedad y su gobierno; duele ya no poder hacer tratos “por debajo del agua”; ahora duele que se quiten beneficios por décadas permitidos; duele que no se trate a un funcionario público como a un mesías; ahora duele que no se celebre el trabajo que hacen, cuando por ley es su obligación y para eso fueron elegidos.
Dolor, dolor, dolor, por creer que la sociedad sigue inerte, sumisa y abnegada, o peor aún por creer que ha muerto.
Tanto critican al presidente por hablar de conservadores y liberales, que hora, sus acciones los llevan a admitir la verdad, su propia identidad, que han sido concubinos del ala conservadora. ¿identidad?, ¿Ideales?: me queda claro que los supera el interés por no dejar el poder. En palabras de esta generación: “en fin la hipotenusa*” (léase la hipocresía)
Amiga, amigo, nuevos enemigos a partir de este artículo, viejos enemigos antes del mismo, jóvenes, adulto, adulto mayor, comerciante, docente, ama de casa, obrero, pequeño empresario, ¿Qué harás tú?
Mi elección: el trabajo, la equidad, la libertad, la experiencia, la igualdad, la fraternidad; la trayectoria, el compromiso personal, de un o una aspirante a la cual conozca y sepa de sus cualidades, de sus virtudes, aciertos y desaciertos, que demuestre con hechos sus palabras. Ese es el valor de la credibilidad y la credibilidad crea identidad.
*Hipotenusa: Lado “opuesto” al ángulo “recto”
Berger, P. y T. Luckmann, (2003) La construcción social de la realidad. Madrid, Amorrortu-Murguía.
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