México
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Por: Una docente.

 

Soy maestra de historia, imparto clases en un Bachillerato, una de tantas escuelas del medio rural de nuestro México, tal vez por eso, encontraran en este texto de despecho, referencias a nuestra historia, comparaciones y metáforas que ocuparé en mi disertación.

 

Cuando veo la situación de nuestro país, no puedo dejar de pensar en aquella composición lírica que evoca a la conquista de México, parece que escucho la voz ronca de Amparo Ochoa soltar aquellas frases llenas de enojo y frustración por haber sido engañados.

“Del mar los vieron llegar
Mis hermanos emplumados
Eran los hombres barbados
De la profecía esperada”

Pero creo que esa maldición de Malinche nos persigue y nos perseguirá, no sé por cuánto tiempo más.

 

Los que confiamos en la cuarta transformación, como la esperanza de un cambio verdadero, que habíamos estudiado y analizado la situación de nuestro país, que nos dábamos cuenta del saqueo que llevaban a cabo los entronados poderosos, votamos por una opción diferente.

 

Teníamos un trabajo que nos permitía vivir honradamente, no robarle a nadie, no mentirle a nadie, no defraudar a nadie, creímos, tal cual los aztecas creyeron que los españoles eran dioses.

 

Pusimos en él “nuestra fe, nuestra cultura, nuestro pan, nuestro dinero”, nos volvimos con orgullo “chairos” y aceptamos esta ofensa como el precio a pagar por lograr la tan ansiada “igualdad” y por ver la redención de aquellas comunidades rurales, tal vez, por fin ahora sí se les haga justicia y se pague la deuda que México tiene con ellas, una deuda tan atrasada como nuestro mismo origen.

 

La redención de aquellos trabajadores que pasan su vida sirviendo a la voluntad de un patrón y al final de ella, ese patrón solo tiene para ellos el repudio y el abandono.

 

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Creímos que las cosas cambiarían y hasta ahora que escribo estas líneas es que me doy cuenta con gran tristeza, que la maldición de malinche nos persigue.

 

Creímos en él como redentor de un país arruinado y cada mañana que me levanto temprano y lo escucho, le vuelvo a creer, jajaja, esto parece un mal de amores.

 

Lo lamentable es que mi inteligencia, mi razón, le gana a mi sentimiento, él es bueno hablando y prometiendo, como muchos, tal vez por esa razón muchos le creemos, pero voy a los hechos, lamentablemente no puedo ignorarlos, tal vez preferiría seguir creyendo a pesar de lo apabullante de la realidad, para no tener que aceptar que no hay esperanza.

 

Voy a hablar de algo que sé y domino porque vivo en eso, como dije antes soy maestra, cada día me gusta prepararme para poner mi mayor esfuerzo y desarrollar mi trabajo, no solo con el amor que le tengo, sino también con profesionalismo, por eso me preparo.

 

El día tres de agosto escuché que el gobierno de México había hecho un gran acuerdo con televisoras privadas para llevar contenidos educativos a México, en esta situación de confinamiento.

 

Analicé la situación que se vive en las escuelas mexicanas, donde esa módica cantidad de 450 mdp, sería de gran ayuda, tal vez para instalar internet, tal vez para llevar una computadora a la escuela, pero que creen, cuando los maestros hemos pedido eso, la respuesta es que no hay dinero.

 

Según el gobierno de México, ante esta crisis que se vive en el país no va a haber rescate a grandes empresas, eso “era antes”, “ahora las cosas ya cambiaron”, “entiéndanlo”.

 

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Pero que alguien me explique, qué es eso, sino un “gran rescate”. Me queda claro que como docente seguiré haciendo mi función y seguiré con gran compromiso realizando mi trabajo, buscando material para hacerles llegar a cada uno de mis estudiantes, no solo los contenidos a abordar en este ciclo escolar, sino también la motivación para que los revise en circunstancias que no son las mejores.

 

Trataré de contextualizar las actividades, buscando diseñar las adecuadas para ellos, propondré una estrategia de evaluación y haré retroalimentación a cada uno de sus trabajos, por lo tanto, me hago cargo de mi responsabilidad, soy docente y lo seguiré siendo.

 

Al decretarse la cuarentena el pasado 23 de marzo del presente, todos los maestros hicimos acopio de nuestros recursos propios, con gran gusto, pusimos de nuestro poco salario el dinero suficiente para contratar un buen internet, una buena computadora, de esas que no se traban a cada rato, capaz de soportar la cantidad de trabajos que nuestros estudiantes enviaran, un teléfono celular que garantizara nuestra comunicación con directivos y sobre todo con estudiantes. Ni siquiera nos atrevimos, como el personal de salud (muy bien por ellos, porque es su derecho), a pedir dinero para nuestros equipos, lo pusimos integro de nuestra bolsa.

 

En junio, llegó nuestro aumento salarial, supongo que por la “austeridad republicana” en este año fue del 3.4%, al menos para media superior, lo aceptamos sin chistar, nos sentíamos parte de ese compromiso, “el país tiene que ahorrar”, estamos en épocas difíciles y asumimos lo que nos correspondía. Aunque, a decir verdad, ese incremento se reflejó en mi talón de pago, descuentos más, descuentos menos, en un aumento de $161.00, pero todo valía la pena, porque “ahora sí, los que menos tienen van primero”.

 

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Hay maestros a quienes se les adeuda más de medio año de salario, seguramente algunos de ellos dirán con gran orgullo que el país está cambiando y que su esfuerzo será recompensado en un mejor presente para los olvidados de siglos.

 

Realmente no puedo seguir negando lo evidente, mientras al maestro que desempeña su trabajo, que se prepara, que pone su salario al servicio de su labor, se le aumentan $161.00, las televisoras privadas reciben 450 mdp, por conceptos relativos a la educación y me preguntó ¿cuál es la labor de las televisoras?, ¿será acaso que todos los niños y jóvenes de México cuentan con un televisor?, ¿será acaso que a todos los niños y jóvenes de México les llega la señal abierta de la televisión privada?, ¿dónde está el costo beneficio?, hoy escuché que las acciones de estas televisoras han subido, jajaja, si esto no es un rescate de los de arriba ¿entonces qué es?

 

Sé que la gran mayoría de los maestros seguiremos trabajando y sacando adelante la educación de nuestra nación, porque si hay mexicanos patriotas.

 

Como el programa de “aprende en casa, fase 1”, fracasó por antipedagógico, y la mayoría de los docentes no hicimos uso de el, lo mismo pasará con esta, su nueva versión.

 

Luego entonces, ¿es dinero tirado a la basura?, ¿engañaron al presidente?, lamentablemente creo que no, es dinero del pueblo de México, dado a las grandes empresas una vez más para su rescate, que cumplirá su cometido, que en ningún momento fue la educación, porque de ese asunto nos encargamos los que sabemos hacerlo, los maestros.

 

México repite su historia.

 

Tal parece que la historia se repite, tal vez debamos estudiar otra vez la asignatura. Ya no diré a mis estudiantes que conocer la historia sirve para que no cometamos los mismos errores, tal vez ahora diré que conocer la historia es necesario para saber cómo engañar y obtener los mismos resultados que en el pasado.

 

No escribo estas líneas para convencer a nadie de mi dicho, solo salen porque siento que si no, se van a podrir en mí y a engendrar rencor y odio, que no estoy dispuesta a albergar en mi ser.

 

Una docente.

 

 

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3 comentarios en «México, nos tomaron el pelo otra vez, ¡Ay, maldición de Malinche!»

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