Independencia
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2021 Año de la Independencia y la Grandeza de México: Una oportunidad para comenzar a reivindicar la historia de nuestro país.

 

Por: Mtro. Sergio Flores Muñoz | @SerchFM03

 

Ya hemos iniciado el 2021, y es importante analizar ciertas iniciativas por parte del Gobierno de México para incentivar el estudio del pasado histórico en nuestra sociedad. Como lo señaló el Sr. Pte. en aquella ocasión “…los pueblos que no saben de dónde vienen, pues no saben a dónde van”, y es precisamente ésta consigna que llamó mi atención e hizo más interesante algunas particularidades de la siguiente conmemoración donde desplegaré un breve análisis histórico:

 

El pasado 30 de septiembre, por medio de una conferencia de prensa (mañanera) se dio a conocer que el presente 2021 será un año que pasará a la historia, pues se caracterizará por los festejos nacionales con motivos históricos, sociales y culturales. El objetivo primordial es proyectar la imagen de nuestra nación ante todo el mundo, pues dichos festejos estarán centrados en la “Independencia y a la grandeza de México”, como lo nombró su titular, el propio Andrés Manuel López Obrador. Tales festejos estarán centrados en tres hitos históricos:

  1. 700 años de la Fundación de la Ciudad de México-Tenochtitlán.
  2. 500 años de la Memoria Histórica de Tenochtitlán.
  3. 200 años de la Consumación de la independencia de México.

 

Se invitará a las naciones amigas, a los 193 miembros de las Naciones Unidas, así como a los 252 organismos que son socios de nuestro país en el ámbito internacional.

 

 –Sin temor a equivocarme les podría decir que será el evento más relevante de presencia de México en el mundo en lo que va éste siglo. –  Consignó Marcelo Ebrard, Secretario de Relaciones Exteriores. Todo esto por medio de la coordinación de las diferentes instancias por parte de la Comisión Presidencial para la Conmemoración de Hechos y Procesos de Personajes Históricos, creada por el actual Gobierno de México.

 

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Entre otras cosas bastante llamativas, como la emisión de monedas conmemorativas por parte del Banco de México, a mí me generó expectativa que contingentes de todo el mundo participarán en el desfile cívico-militar del 16 de septiembre, así como del 27 de septiembre, fecha de la consumación de la independencia.

 

Así es, leyeron bien: habrá un desfile oficial por primera vez en la historia de nuestro país con motivo de la entrada triunfal del Ejército Trigarante liderado por el Gral. Agustín de Iturbide. Aquí es necesario hacer un alto y reflexionar por qué debería considerarse de tal relevancia histórica un desfile con motivo de la consumación de la Independencia, y la respuesta podría ser lacónica incluso hasta simple: porque ningún gobierno en la historia de nuestro país lo había hecho.

 

Repasemos de manera rápida el proceso de los festejos patrios en nuestro país con el motivo de su Independencia:

 

Es necesario recordar que el 1er desfile militar que se realizó en México como tal fue precisamente en 1821 con la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México, un 27 de septiembre, al mando del artífice de la Independencia, Don Agustín de Iturbide. Una vez que cayó su efímero Imperio, se llevaría a cabo en 1825 el primer festejo oficial de la independencia, pero trasladando la fecha de la consumación a la del inicio, el 16 de septiembre, con una fiesta cívica y popular bajo la administración del Presidente Guadalupe Victoria. De ahí que se volvería una tradición festejarlo en ese día, la cual se reforzaría con la incorporación del acto cívico del El Grito, donde todos sabemos que la autoridad correspondiente en turno sale a un mirador de su recinto de gobierno a arengar al pueblo tal y como lo hiciera Hidalgo para iniciar su movimiento insurgente.

 

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Es necesario decir que el primero en hacerlo y quien salió a un balcón para dirigirse a la gente, fue el Emperador Maximiliano de Habsburgo en 1864, y lo hizo precisamente en el pueblo de Dolores, ¡Qué ironías de nuestra historia! ¿no es así? Iturbide y Maximiliano, establecieron dos grandes tradiciones cívicas-militares que caracterizan la máxima fiesta patriótica de nuestra nación y ambos son despreciados por la historia oficial que ha imperado en nuestro país después de la Revolución por el simple hecho de ser los únicos monarcas que ha tenido México.

 

Regresando a la remembranza que hacía de la festividad del 16 de septiembre, ésta continúo sin alteraciones durante el siglo XIX, excepto en 1847, pues fue el único año que no hubo festejo en la capital, por la ignominiosa intervención del Ejército estadounidense a la Ciudad de México. Así llegamos al siglo XX, sin embargo, sucede algo curioso en el ocaso del Porfiriato, pues a pesar de que el Grito de Dolores se dio en la mañana del 16 de septiembre de 1810, el presidente Porfirio Díaz decidió recorrer los festejos de la Independencia de México al 15 de septiembre y acoplarlos a su celebración de cumpleaños, sin embargo, el desfile no se movería de fecha.

 

Claro, el hombre fuerte en México aún seguía siendo el General Díaz, y no iba a dejar pasar la oportunidad de hacer la conmemoración del 1er centenario del inicio de la Independencia y así constituirla como máxima celebración patria mexicana, y así hacer la analogía del grupo de los grandes héroes que iniciaron el movimiento y aquellos quiénes lucharon para forjar el naciente país, grupo del que obviamente en los rigores del contexto histórico encajaba perfectamente el oaxaqueño. Indirectamente, y a mi parecer sin intención, Díaz alimentó la idea equivocada a la sociedad mexicana en general, que la Independencia, por la razón del festejo sería oficialmente en 1810 (y peor aún el 15, y no el 16) y no el 27 de septiembre de 1827 como en realidad tendría que ser.

 

De ahí en adelante y por cuestiones de índole ideológicas por parte del régimen priísta, facción caudilla posrevolucionaria que se encargó de institucionalizar al país, con el afán de reconstruirlo, muchas veces como sabemos al compás de su conveniencia, quedó en el olvido la tan importante fecha de la Gloriosa Entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México el 27 de septiembre del 1821 así como la Declaración de Independencia del Imperio Mexicano, que se celebró el 28 de septiembre del mismo año.

 

Y es que, como siempre les he explicado a mis alumnos por medio de este ejemplo con el afán de que comprendan la relevancia de aclarar éste tipo de errores que imperan en la memoria colectiva y es reforzado por el Estado mexicano año tras año: – ¿Ustedes que celebraría más? ¿El día que entraron a la Universidad o el día en que egresaron, firmando el acta de examen profesional que los certificará como profesionistas y así desempeñar tan importante labor a la sociedad? Ya se imaginarán su respuesta.

 

Ahora, por otra parte, en el estudio histórico, los hechos y procesos son muy importantes, sin embargo, los resultados que se obtuvieron por los anteriores deben categorizarse y dar mayor peso a unos más que otros en la medida en cómo hayan impactado a una colectividad tan grande y diversa como lo fue y lo sigue siendo la sociedad mexicana. En el periodo independentista de nuestro país, que duró de 1810 a 1821, por supuesto que ambas fechas son cruciales (inicio y consumación), igual que el proceso (campañas de Morelos y periodo de resistencia), sin embargo, al final del día, el objetivo fue emancipar éste territorio de la metrópoli española, y eso sólo se materializó de la mano de Iturbide. Pero el hecho de que no se le otorguen los créditos al verdadero hacedor de la Independencia, es más un asunto de injusticia que de estudio y categorización histórica.

 

Los héroes que nos dieron Patria, consigna de la Historia de Bronce, para aquellos héroes de la nación que se escogieron desde la visión de la facción liberal, historia muchas veces escrita por la mano del Tío Sam, como diría sarcásticamente Armando Fuentes Catón, al referirse que E.E.U.U. intervino en varias ocasiones en nuestro país para apoyar a dicho partido y hacer todo lo posible por evitar tener al sur otro imperio como vecino, el cual amenazaba con sus intereses expansionistas en Latinoamérica, lo anterior justificado y plasmado en su Destino Manifiesto y la Doctrina Monrroe, si repasamos la historia, una vez independiente México, la primera nación imperialista interesada en tener divididos a los mexicanos fueron los Estados unidos ¿resultado? Se quedaron con más de la mitad de nuestro territorio.

 

Y si nos ponemos a reflexionar, el discurso histórico desde la perspectiva oficialista y broncínea es el siguiente: Si el personaje histórico fue contrario a los proyectos políticos del liberalismo y de la masonería (inclusive de forma anacrónica) es arrojado como villano al basurero de la Historia, o sea, aquellos que formaron parte de grupos hispanistas, monárquicos, imperialistas, conservadores, republicanos centralistas, cristeros, católicos etc.

 

Por ejemplo: Cortés, Maintizin, los tlaxcaltecas, Iturbide, Santa Anna, Maximiliano, Porfirio Díaz, Miguel Miramón, éste último fue un destacado militar, el niño héroe olvidado pues defendió como cadete el Castillo de Chapultepec frente al ejército Yanky y ha sido el Presidente más joven que ha tenido México, su único pecado fue, como el de muchos, unirse a la facción conservadora y posteriormente a la imperialista. Moriría fusilado a lado de Maximiliano y Tomás Mejía en el cerro de las Campanas, en Querétaro.

 

Esta visión histórica que impera en el oficialismo y permea en la sociedad, a través inclusive desde la SEP, debo insistir, que además de generar errores y no dar el crédito que se merecen a ciertos personajes y atribuirles logros y glorias a otros, también no hacen más que generar una marcada división entre nuestra sociedad. Aún existen reminiscencias del discurso político histórico del siglo XX en nuestro presente siglo, porque la historia de nuestro país fue reescrita a partir de la visión, vuelvo a repetir, de la facción que triunfó después de la Revolución.

 

En este sentir, yo aplaudo la iniciativa del actual Gobierno, pues está dando un paso muy importante hacia la reconciliación de la Historia, estableciendo por primera vez la fecha de inicio de la Independencia, y la de la consumación en una igualdad de reconocimiento, dignas ambas, de un desfile militar, con todo el respeto que debe merecer.

 

Y es que la Historia de las naciones la han construido seres humanos, como tú lector, como yo, con errores y virtudes.  Que a que a pesar de sus yerros y miserias, contribuyeron notablemente al surgimiento de éste país, volvamos a Hidalgo, que a pesar de que fue el precursor del movimiento armado junto con otros militares realista y criollos, no ejecutó tal intención, tampoco la maduró, pues no existe documento alguno que certifique el Plan específico de levantamiento armado o para establecer un gobierno independiente, es por eso de las rencillas que tuvo con Allende, lamentablemente su movimiento tuvo un desenlace desafortunado y sangriento pues llevó a muchos inocentes a una muerte segura e infructífera de tal suerte que se extinguió a tan solo un año después de haberse iniciado.

 

Miguel Hidalgo “Padre de la Patria Mexicana” moriría arrepentido por sus actos en una carta firmada por él, 10 años antes de que sucediera la independencia del territorio por el que anhelaba una autonomía en manos de los criollos, jamás se imaginaría que algún día se le conocería como México, y estaría representada por una bandera tricolor. Tal reconocimiento tendría que recaer en Iturbide, que, al contrario de Hidalgo, sí redactó, divulgó y ejecutó un Plan, llamado de Iguala, en el que contenía 3 principios representados en tres colores: Unión, Religión e Independencia, de ahí la creación de la bandera trigarante con la que representaba su ideal político, que en un principio estaría constituido por elementos realistas y posteriormente por los insurgentes, fuerzas al mando de Guerrero, las cuales se anexarían ante la petición de Iturbide con el mismo objetivo: lograr la Independencia y poner fin a la guerra que ya había desangrado al territorio en más de una década.

 

De tal arte que, es obra de Iturbide, además de su emancipación, la bandera y el escudo nacional, símbolos patrios que hoy nos caracterizan. Pero lo anterior no significa que Hidalgo no haya tenido virtudes, en menos de un año de su movimiento abolió la esclavitud de las castas más bajas por ejemplo. Lo mismo aplica para Iturbide, tuvo también desatinos, pues una vez que logró la Independencia no incluyó en el poder político a los insurgentes, otorgándoselo a militares criollos de alta jerarquía, cuando el congreso comenzó a estar en desacuerdo, el efímero Emperador lo mandó a disolver, esto marcaría el principio del fin de su Imperio. Y así podríamos describir a cada personaje con sus luces y sombras.

 

El hecho es que la historia de cada país debe reconciliarse con su pasado y resignificar a aquellos que contribuyeron en menor y mayor medida a la construcción de su presente, Luis Villoro explica muy bien lo anterior al decir que una colectividad, un grupo, una nación, mantienen su cohesión mediante las reglas compartidas y los propósitos comunes que ligan entre sí a todos sus miembros. La historia, al explicar su origen, permite al individuo comprender sus lazos que lo unen a su comunidad.

 

 


 

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