Evaluar
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La evaluación en los estudiantes debe ser valorada desde un enfoque integral, en donde no solo se le asigne un número como calificación que delimite la adquisición de saberes y conocimientos, más bien deberá ir acompañada de elementos descriptivos como retroalimentación, donde se rescaten las áreas de oportunidad del estudiante y no solo eso también resaltando las cualidades y habilidades que este posee.

 

Todos somos genios, pero si juzgas a un pez por su habilidad de trepar arboles vivirá toda su vida pensando que es un inútil.
Albert Einstein

 

Por: Mtra. Miriam De la Fuente Sánchez | @Miriam

 

Evaluar y calificar no es el mismo significado, aunque se complementan las dos, evaluar se refiere a conocer, comprender, tomar decisiones y emitir juicios valorativos, mientras calificar es expresar mediante un código las conclusiones de lo encontrado. Sin embargo, en este proceso se puede caer en el error de evaluar parcialmente y por ende la calificación otorgada no expresar correctamente el logro del estudiante. Y aunque en el contexto mexicano el preescolar tiene evaluaciones descriptivas esto debería continuar en nivel primaria, o incluso hasta cuando el alumno conforme su autonomía y compromiso en su proceso educativo.

 

Hay que destacar no solo el inadecuado funcionamiento de la calificación, sino también el impacto emocional que esto puede reflejar en el estudiante, ya que en muchas ocasiones estas calificaciones solo se centran en el momento de contestar un examen o una prueba, en las que el alumno puede llegar o no en las mejores condiciones para su aplicación, inclusive circunstancias que están fuera de él, y sin embargo, pueden repercutir en su rendimiento al momento de realizarlas. Lo que traerá como resultado episodios de ansiedad, estrés o depresión, por lo cual esto puede desencadenar uno de los motivos más importantes por los cuales muchos niños, niñas y adolescentes no tomen gusto por la escuela.

 

Tanto padres como alumnos esperan cada fin de curso una boleta, para verificar de manera precisa cuantitativamente hablando si el alumno reprueba o pasa satisfactoriamente su ciclo escolar. Poniendo toda la atención y énfasis a encontrar un 10 o un 5, sin embargo, se pierde esa sensibilidad de poder ver el otro lado, aquel que viene más de la retroalimentación donde se señalen las áreas a mejorar, y lo más importante el destacar que todo alumno posee habilidades y cualidades que lo distinguen como ser individual.

 

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Si bien es cierto, las calificaciones funcionan como métricas para contemplar un panorama más certero en relación con el aprovechamiento del estudiante, sin embargo, se deja de lado que la evaluación en su proceso no un suceso centrado solo en conocimientos adquiridos, sino también en el cúmulo de aptitudes y valores.

 

Otro aspecto importante es que nos hemos olvidado que uno de los principales objetivos del currículo escolar es la flexibilidad, aquella que marca que todo el contenido deberá ser apto y adecuado a toda la comunidad estudiantil, para que esta cumpla su carácter de inclusivo. Uno de estos elementos en el currículo escolar, es la forma de evaluar y los criterios utilizados para dicha evaluación. Es decir, se pretende que la evaluación también cumpla con la característica de flexible, ya que de lo contrario se homogenizaría a los estudiantes y no se percibirán adecuadamente las habilidades personales de todos.

 

Aun seguimos con prácticas arcaicas de evaluar a los alumnos, utilizando cuestionarios y pruebas escritas, y que estas no siempre están vinculadas con el proceso individual que tiene cada estudiante.  Debemos ver a la evaluación como formas diversificadas, en donde se observen las necesidades individuales para poder atenderlas y ofrecer el método ideal a cada circunstancia de los alumnos.

 

Es importante que docentes perciban las condiciones individuales de cada estudiante, y modifiquen las formas evaluativas, eligiendo el método evaluativo de acuerdo con la circunstancia de cada alumno.

 

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Por otra parte, hacer partícipes a los padres en donde se les explique la intención de otorgar una calificación cuantitativa y el verdadero peso de aquellas valoraciones cualitativas, para que ellos desde casa puedan transmitir que una calificación no delimita quién eres, más bien nos brinda la oportunidad de conocer cuáles son nuestras fallas y de qué manera podemos mejorar en aquellos aspectos donde hace falta más trabajo.

 

Formar alumnos, padres y docentes más reflexivos, esa es la cuestión, los cuales eliminen paulatinamente formas condicionadas de actuar. Los alumnos  deben desarrollar responsabilidad y compromiso en torno a su proceso académico, donde el cumplimiento de tareas  forme parte de este desarrollo autodidacta. Nuestros alumnos deben considerar la escuela como algo satisfactorio, como un lugar donde ellos puedan expresarse, aprendan de otros, de sus maestros y sus compañeros, y que la espera de una nota no sea motivo de estrés o temor, más bien que sea considerado como una reflexión a considerar como compromiso de sus condiciones actuales y cómo mejorarlas para avanzar en un futuro.

 

 


 

 

 

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