Viviendo así, bajo falsos ideales.
Diego Figueroa | @oreugiFDiego
Es triste ver que ahora la moneda de cambio más utilizada sean los tan mentados LIKES y el número de seguidores, pero más triste, es ver, saber o identificar qué o, mejor dicho, quién está detrás del espejo distorsionado que actualmente le muestran a la gente, como supuesta perfecta realidad, quién genera esos LIKES.
Claro está, que detrás de esos miles de seguidores, hay individuos sin estudios, sin referentes académicos, sin experiencia en casi nada, hedonistas fuera de control. Los dichosos Influencers de a peso. Sujetos que en cada abrir y cerrar de ojos se terminan matando ellos mismos. Cada vez es más frecuente el escuchar en las noticias que pierden la vida al ahogarse, al caerse, al intoxicarse, al saltar, al usar un cuchillo, al comer, al conducir, al caminar, vamos… los verdaderos seres de cristal, que alguna vez ya hablamos en este espacio, son los que están influyendo en el actuar presente.
La adolescencia es el momento más fértil, donde la manipulación encuentra el terreno virgen y amplio para expandirse sin control y sin oposición alguna, vamos, como VIRUS. Los actuales adolescentes están tan encantados con el Chupete digital que toman todo lo visto ahí, como una ley universal. Al mismo tiempo, no todo es su responsabilidad, pero, cuando uno voltea y ve y escucha que los adultos ya no hacen nada porque – ya son otros tiempos – es aún más desolador.
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Miren, sé que soy el viejo amargado criticón que ya nada le parece y que tiene la cancina cantaleta de: “antes o en mis tiempos todo era mejor” y en efecto, este enemigo público no es nuevo, bien recuerdo de chico que por ahí de los años 40’s el villano era la radio, porque te enmelaba el oído para manipularte, después, en los 60’s el villano era la TV, porque nos idiotizaba y distraía de nuestra realidad, dando, años más adelante paso al último gran enemigo, en los 80’s los videojuegos fueron el villano, destruyendo las infancias y creando asesinos en cada hogar.
El enemigo de la sociedad/cultura siempre ha existido.
Esto, como leen, no es nuevo para mí, pero lo que sí me es nuevo y bastante preocupante es que pese a todos esos villanos y a esa lucha constante de la reproducción natural de los valores culturales con los que crecí y con los que también crie, la sociedad no estaba ni se adentraba tan profundamente en esta crisis cultural, en este vacío de creencias, en un pantano de identidad, donde la juventud y sobre todo, los niños de ahora ya no saben si son hombres, si son mujeres, si son gay, si son transexuales, bisexuales, transespecie (sic) y ahí mejor le paramos con su orientación sexual.
Encuentro ahora una sociedad donde los adolescentes están literal “a la buena de Dios”. De ahí, los jóvenes adultos menores de 28 años que quieren dejar huella, que quieren crear un impacto social, que buscan un cambio al paradigma laboral; No se les puede hablar fuerte, no se les puede criticar y mucho menos cuestionar por qué ¡RENUNCIAN! Por qué la paciencia, la perseverancia, consistencia y sobre todo la tolerancia ante la frustración son cada vez nulas, cada vez es más fácil escuchar de muchachos de 25 años que tienen ya en su cuenta más de 20 trabajos, porque han pasado de un lugar a otro o porque, simplemente se aburren y se van.
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Nula presencia de la constancia en miras de un desarrollo o crecimiento laboral. Porque tampoco se trata de que dejen un puesto para ir de gerentes, de supervisores, controladores, etc. No, para nada, son personal de mostrador, de piso de ventas, departamentales o de telefonía, que para eso no es que esté malo o sea denigrante, pero, honestamente no se necesita estudiar y la frustración que dicen tener a esos niveles, no tienen ni una relación con las altas esferas ejecutivas donde en verdad se manejan altos niveles de presión.
En fin, sigamos en este camino de la nueva sociedad incluyente, donde veo que tenemos, jóvenes que son guiados, por no decir, instruidos por Influensers. Seguidos esta nueva fuerza laboral de la que hablábamos, tipo algodón de azúcar. Y para terminar nuestro retrato familiar o póker de ases de nuestra sociedad, agreguemos como “último peso muerto” a esta carreta donde va la cultura, desarrollo, avance tecnológico, etc. Los “papis actuales”, (y espero que esta lectura no haga que se les despeine la criatura para su Insta) que se enorgullecen de que su bebe “le sabe ya al celular”. De que presumen que el infante que apenas y puede hablar, ya sabe manipular la pantalla del dispositivo móvil, ajenos completamente a recomendaciones de órganos mundiales de salud conforme el uso de dispositivos digitales en menores de 3 años… ¿tengo que decir más?
La libertad del Individuo
Claro que cada uno está en su derecho de hacer y deshacer, de adquirir o de privarse, de convivir o de aislarse. Obviamente como decían, no se puede uno ir a vivir solo a dentro de una cueva o a una isla desierta. Las ventajas de una vida conectada son mayores y son evidentes, de nueva cuenta, no se puede negar el progreso “pero” ¿a qué precio? Y a quiénes se les debiera limitar su uso o su acceso. ¿Ahí sí debería actuar el gobierno? y si no lo hace, como en la mayoría de los asuntos que en verdad tienen que meter mano, que prefieren hacer lo de Poncio Pilato y “preguntarle al pueblo”. Al mismo pueblo que acabamos de desmenuzar para saber quiénes lo conforman.
¿A ellos les van a preguntar?
Si está documentado con miles de estudios y con miles de gráficas de parámetros que el uso del dispositivo móvil genera las mismas reacciones en el cerebro que los estupefacientes o el uso del alcohol, ¿por qué no se le restringe cómo el tabaco o cómo algo nocivo para la salud?
Se sabe y se han presentado estudios donde las marcas comerciales abusan y explotan de la vulnerabilidad de la mente para “vendernos sus productos y abusar del consumidor” por qué se les permite a los adolescentes seguir adquiriendo esos servicios de contenido BASURA.
Yo les pregunto, por qué todo indica que la finalidad de la vida actual es crear la ilusión más grande, porque no ven, que precisamente es el error, en dónde todo está sembrado. Quieren una realidad perfecta en un mundo que no lo es y quieren tener la misma vida “de fantasía” vista en las redes sociales cuando todo eso es maquillado, es trabajado, es ensayado, es falso.
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Pero lamentablemente pocos se atreven a ver.
Como conclusión, simple y fácil, aunque es sabido que las redes sociales están abusando de nuestra fascinación por ver las vidas ajenas, llega un nivel y un momento que, al darnos tantas armas o aplicaciones, en donde uno puede cambiar el color de piel, la forma de los ojos, de la boca, etc. Llega un momento en donde la vida virtual es diseñada como nosotros la soñamos, que la gente en general obviamente prefiere vivir esa realidad virtual.
Y de ahí, como lo hablábamos la semana pasada, la gente tiene ese conflicto de querer vivir esas dos realidades o peor aún, de que su realidad virtual, no sea su presente.
Mi abuelo decía, “a la vida no hay que ganarle, a la vida no hay que tentarle, a la vida, hay que disfrutarle, pero sobre todo aprenderle. Porque entre más rápido aprendas cómo sobrevivir, más placentera y larga será tu vida”.
Mi abuelo nació en el año 1900 y ahora, pareciera que mis nietos están creando una vida para mostrarla, aunque sea falsa y de efímeros momentos vacíos y sin sentidos, tan solo viéndolos crecer, creo que ya la vida es simplemente para exhibirse y ya no, para disfrutarse. Viviendo así, bajo falsos ideales.
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