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El desarrollo humano, no solo esta limitado a escuchar sonidos y silencios de un personaje famoso, sino que tiene que ver con una educación artística más profunda.

 

Por: Alejandro Saucedo Hernández | @AlexSaucedo

 

Las diversas corrientes del pensamiento y la investigación que en la actualidad se pueden apreciar, son tan diversas y a la vez tan interesantes, que falta tiempo para profundizar en cada una de ellas; sin embargo, la más apasionante para este humilde servidor, es y será la que se enfoca a temas de educación. Y precisamente, sumergido en este objeto de estudio, surge un tema por demás interesante que me llevó a la reflexión y a tocar el ya tan repetitivo interés de diversos investigadores por conocer el funcionamiento cognitivo de la persona y del individuo en sociedad y más allá, de establecer teorías, hipótesis, tratados, ensayos y demás sobre técnicas didácticas para favorecer la apropiación de conocimientos, desde la infancia hasta la adultez.

 

Este viaje ha permitido a diversos investigadores incurrir en procesos que tienen que ver con la interrelación de la cognición, la mente y la ciencia cognitiva, para fundamentar campos como la psicología cognitiva o la neurociencia, abordando a la memoria como un procesador de la información y su influencia operativa en los problemas de aprendizaje. Uno de estos campos ha estudiado algo llamado “Efecto Mozart” ¿pero, influirá en el aprendizaje como lo exponen algunos autores?, ¿desde dónde deberemos de partir para reconocer sus efectos?, ¿la propuesta solo estará enfocada a la comunidad estudiantil?, ¿escuchar música clásica desarrollará el IQ de los individuos?

 

El Efecto Mozart trata de que aquellos individuos que han escuchado las piezas musicales de Mozart han desarrollado una mente más proactiva y asertiva para el aprendizaje. ¿será esto posible?

 

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En este sentido y antes de pasar a la reflexión central, me es muy necesario que podamos juntos hacer una referencia a la evolución de la Teoría General de Sistemas propuesto por Ludwin Von Bertalanffy (1989) quien ha llevado a proponer modelos para caracterizar al ser humano como un complejo entramado de sistema interconectados, los cuales le proporcionan características particulares a cada individuo, partiendo desde su núcleo social básico, que es su familia, hasta la construcción de su identidad a través de la socialización con los otros, en una constante interrelación de unos con otros y los demás; es decir siempre en una compleja red de socializaciones sistemáticas (y en ocasiones no tanto) que van influyendo en la complejidad de la estructura cognitiva de cada individuo.

 

Derivado de lo anterior, la reconstrucción del modelo que parte de los estudios de Bertalanffy tomando a la Teoría General de sistemas y aplicándolo al campo de la identidad social de los individuos, es el propuesto por George L. Engel (1977), conocido como biopsicosocial, el cual se plantea que los factores biológicos, psicológicos y sociales, juegan un papel importante en el funcionamiento y desarrollo humano que, como individuo, no solo se constituye como biológico, sino también posee un razonamiento y una construcción de identidad social, el cual esta interrelacionado con procesos básicos, afectivos y de autorrealización. De esta manera, considero que el desarrollo humano, no solo esta limitado a escuchar sonidos y silencios de un personaje famoso, sino que tiene que ver con una educación artística más profunda.

 

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Autores como Ordoñez et. al. (2011) y Campbell (1998) aseguran que existen beneficios en cuanto a la escucha de composiciones de Mozart, en donde los escuchantes, se sienten relajados y desarrollan más su inteligencia. Por otro lado, autores como Soto y Plascencia (2014) así como, Almendral (2018) son más moderados en afirmar y experimentar que si bien la música se puede usar como una herramienta pedagógica, aun se tienen que realizar diversos estudios que puedan comprobar la eficiencia de las partituras de Mozart.

 

De esta forma, si tomamos en consideración que el ser humano es un ente biopsicosocial, el contexto en el que se desenvuelve tiene mucho que ver con el desarrollo de la inteligencia, pues si bien la personalidad se desarrolla desde antes de nacer a través del núcleo familiar en el que se desarrollan usos y costumbres, es necesario que se involucren estas variables al momento de realizar pruebas con las composiciones de Mozart, así como de acuerdo con su estrato social, económico y ambiental.

 

Díez del Corral (2005) propone que la educación artística es un modelo para el desarrollo humano a partir de la interrelación de identidades que son socializadas desde el mundo en el que vivimos, para determinar el “desde dónde y en dónde” nos encontramos, no solo como individuos, sino como seres humanos, y a partir de la educación artística, seremos capaces no solo de desarrollar la autoexpresión, la apreciación, la decodificación, entre otras habilidades, sino que se convertirá en una experiencia significativa e impregnada por una apreciación reveladora que penetra la experiencia, ya que permite trascender la realidad individual y acercar a la transformación,  la interdisciplinariedad y la interculturalidad en el que no solo se podrá apreciar una sola vertiente del arte (la música) sino un desarrollo humano integral a través de inteligencias múltiples.

 

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Finalmente, el Dr. René Drucker Collin, en el video explicativo sobre el efecto Mozart, menciona que no se ha demostrado que escuchar música de Mozart “…mejora habilidades en los niños…” pero que aprender a tocar un instrumento, si ayuda a aumentar el coeficiente intelectual.

 

Por tanto, retomando la Teoría General de Sistemas propuesto por Bertalanffy y trayéndola como una propuesta, más que de innovación, de llamado a la acción, a partir de herramientas de las cuales, cotidianamente contamos, estaría en el entendido de que una verdadera educación artística combinada con la educación física y la formación académica, aportan elementos para desarrollar a los individuos consientes de si mismos, éticos y racionales, para integrar a un ser biopsicosociocultural en armonía con el medio natural, ecológico, sensible tanto a problemas sociales como a campos de la investigación científica en la que se requiera de una imaginación revolucionaria y proactiva; que permita, esa recomposición del núcleo, en el que se pueda fundamentar y estructurar la familia para redirigir el destino no solo del individuo, sino de la persona, de la y el ciudadano, pero sobre todo de un Tlaxcalteca y un mexicano pleno en su vida cotidiana.

 

 

REFERENCIAS.
Almendral, R. (2018) Mitos y realidades del efecto Mozart. Rev Pediatr Aten Primaria vol.20 no.79 Madrid jul./sep.
Bertalanffy, L. (1989) Teoría general de los sistemas: fundamentos, desarrollo, aplicaciones. Fondo de Cultura Económica. México.
Maslow, A. (1943). Una teoría de la motivación humana. Psychological Review 50: 370-396.
Ordoñez E., y otros (2011) Análisis del Efecto Mozart en el desarrollo intelectual de las personas adultas y niños. Ingenius No. 5. Enero/Junio. Pp. 45-54.
Pilar Díez del Corral, P. (2005) Una nueva mirada a la educación artística desde el paradigma del desarrollo humano, Universidad Complutense de Madrid.
Soto, M. y Plascencia, L. (2014) La Música y la Actividad Cerebral Efecto Mozart. CAEC) Clave-UNISON-109. Año 1. N°. 2. / Enero-diciembre
Video: DiagnostikCoaching (13 abr 2013) Dosis de Ciencia: «Efecto Mozart» recuperado de https://youtu.be/lBPsKDUGO6o.

 

 


 

 

 

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