Democracia, Lozoya y una que otra falacia en México.

Por: Ricardo Argos.

Con frecuencia se habla de democracia como la forma de gobierno generalmente aceptada por la mayoría de las naciones, y políticamente correcta. Hoy en día esa palabra ha sido sobre valorada y al mismo tiempo menospreciada en los discursos de políticos que la toman como bandera para lograr sus propósitos personales, de ahí que la democracia haya perdido rumbo y trascendencia, ya que en esencia se entiende por democracia al “gobierno que debiera ejercer el pueblo”, buscando siempre como principio y fin el bien común, luego entonces ¿cómo encajamos esta palabra en la búsqueda de proyectos personales o de grupos reducidos de personas, que para mantener sus privilegios utilizan a la democracia?

Ejemplos de lo anterior hay muchos, en este momento se me ocurre poner el caso que está siendo más sonado, el de Emilio Lozoya Austin, si bien es cierto él está sujeto a un procedimiento judicial, también resulta cierto que los hechos que presuntamente se le atribuyen, no fueron realizados solo por su persona, sino por un grupo político que en determinado momento enarboló a la democracia para conseguir sus intereses muy particulares, desde luego que nada más alejado del significado de democracia.

Luego entonces, ¿qué significa la palabra “democracia” para los distintos actores políticos? Ha sido notorio que para, los menos, pareciera que la entienden como “posibilidad de lograr propósitos personales con la colaboración el respaldo del pueblo”, aquí resulta aún más interesante saber qué interpretación le damos a esa palabra la gran mayoría de los mexicanos, es decir, quienes realmente tendríamos que ejercerla, pero lamentablemente carece de sentido, sin duda alguna la hemos escuchado, la hemos usado, pareciera que entendemos el peso y la importancia de ella, pero la realidad es diametralmente opuesta.

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He tenido oportunidad de ver de cerca como se ejerce la democracia en algunos sectores de nuestro país, la realidad del significado de ella resulta contraría a su esencia, mientras en ciertas comunidades privilegiadas se entiende por “obtener un beneficio que puede ser desde la asignación de contratos que les genere cuantiosos dividendos, hasta la posibilidad de conseguir un buen trabajo que les permita robar honestamente”, en las comunidades menos privilegiadas, democracia es “votar por quien le ofrezca $500 el día de la elección” y justo en medio de estos dos extremos, encontramos al otro grupo, me refiero a los políticos, para quienes democracia significa “capitalizar el interés de los primeros y la necesidad de los segundos para beneficio propio”.

Como podemos ver la palabra democracia hoy en día carece de significado o será que le hemos querido dar un significado que no tiene, queremos que sea la bandera de una forma de gobierno justa, sin embargo, si hacemos un poco de historia debemos recordar que en los orígenes de la ciudad estado, el filósofo Platón consideraba a esta como una forma de gobierno perversa.

Para él, la forma de gobierno sugerida era la Aristocracia, seguramente diremos ¿Cómo es posible eso? Pues para Platón el gobierno tendría que ser de los mejores, es decir, solo aquellos que probaran que son sabios, tendrían no solo el derecho, sino la obligación de gobernar y tomar las mejores decisiones para el bien común.

Tal parece que Lozoya y su grupo al cuál ahora representa desde el lugar en el que se encuentra, leyeron a Platón, pero solo lograron entender la idea de que tenía que ejercer el gobierno la aristocracia, sin entender que la palabra habla de los “mejores” refiriéndose a los sabios, no a los mejores para robar, porque, dicho sea de paso, ni para eso resultaron ser los mejores.

Lo que me lleva a pensar que la democracia es una utopía, la palabra ha sido utilizada solo como medio para lograr fines particulares, cuales quiera que estos sean, individuales o de un grupo, por lo que este solo hecho en sí, anula lo que la democracia representa, ya que en esencia, es el medio para lograr la felicidad de todos.

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