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Portada: Ai Weiwei, Más grande que la vida, escultura de caucho.
Por: Alejandro Teutli.
 

El arte tenía, cuando menos hasta comienzos de este año, por razones que todos conocemos, un sistema y un Mercado que parecerían inalterables. Museos, galerías, casas de subastas y demás espacios vinculados al mundo del arte, tenían una certeza de su funcionamiento; podían medir cuantitativa y cualitativamente sus alcances, impacto, ganancias y demás. Pero, hasta aquí, solo he podido hacer un breve y somero resumen de lo que se daba por sentado en Occidente. Haciendo referencia sobre todo a Europa y Estados Unidos. Lo anterior, sin olvidar lo que se hace en América Latina y Canadá, que es muy visible, pero no al mismo nivel de desarrollo. Y cuando hablamos de Europa, también encontramos distintos panoramas en la estructura del mundo del arte, que en este continente lidera Inglaterra y Alemania; países como España, Italia y Francia les siguen.

 

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Pero la formación de los talentos precoces parecen muy distintos. Hablar de Oriente nos remite inmediatamente a China, que no consideraríamos un país democrático en donde la libertad de expresión y demás cosas a las que estamos habituados en Occidente sean equiparables. ¿Dónde radica entonces la diferencia? En la formación de los individuos desde una edad muy temprana, poniendo énfasis en los niños que dejan ver aptitudes sobresalientes en las diversas áreas del conocimiento, como la ciencia, la tecnología, o bien, actividades deportivas como la gimnasia y la natación, vaya, todo lo imaginable dentro de quehacer humano, desde luego, también el arte. La clave de todo: Disciplina. Baste ver algunos videos en la red que muestran cómo son en el país asiático, por poner un ejemplo, los festivales de fin de cursos de los jardines de niños y primarias en China; los bailables, obras de teatro y demás son un portento de habilidad y trabajo que requieren de un proceso de entrenamiento que en Occidente nos parecería, cuando menos, un abuso hacia los niños.

 

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Y no se diga la visión educativa del arte (de la cual se habló en un artículo anterior), en países como México, Perú o Bolivia, por mencionar algunos. Caso aparte el de la Argentina, en donde se fomenta desde temprana edad un sentido de competitividad muy alto. Así, vemos cómo la supremacía China (en este caso como la punta de lanza de Oriente), en cuanto a procesos formativos desde la infancia, es abrumador, y, como es de suponerse, marcará los nuevos paradigmas en un futuro que nos está alcanzando a una velocidad inusitada.

 

De todos es conocido la cantada, y al parecer inevitable, supremacías china en los aspectos económicos, comerciales y tecnológicos. China, como líder indiscutible en los rubros mencionados, seguida de la superpotencia emergente que es India hoy, se consolida a saltos gigantescos. Y en el arte, al parecer, no será distinto. Solo hay que ver el impacto que han tenido en el mundo del arte  artistas como Ai Weiwei (que ha llegado a ser detenido por el gobierno chino por sus constantes críticas al sistema), o bien, Cai Guo-Qiang, quien sorprende con su particular concepción del arte reflejado en piezas como Head On o Sky ladder. Otro indicativo de esto, aunque centrada casi en su totalidad en la pintura y la escultura, es la Bienal de Beijing, que cabe mencionar, ha sido ganada en dos ocaciones por artistas mexicanos, la segunda emisión por el pintor Arturo Rivera, y la tercera por el escultor Javier Marín.

 

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La modernidad, que lleva implícita una promesa de progreso en Occidente, producto de una libertad y de un sistema democrático, en algunos casos emergente y en otros francamente fallido, no ha alcanzado a tener la contundencia que se anticipaba mediante hechos concretos e irrefutables que se traduzcan en un bienestar social general que permita el desarrollo de las capacidades máximas de cada individuo. Así, podemos decir que en Occidente, en muchos casos, cada quien hace lo que quiere, lo que le viene en gana; cuando la gente tiene oportunidad, todo se hace por gusto y hasta donde no se comprometa un esfuerzo demandante que exija poner a prueba sus límites. Se vive , pues, en una zona de confort, auspiciada por la libertad individual que no tiende a exigir el máximo esfuerzo de cada individuo.

 

Por el contrario, como ya se mencionó, en ese régimen autoritario y limitante de las libertades individuales, se fomenta el desarrollo de las capacidades de los individuos, sin perder de vista el desarrollo y el bienestar común. Aquí no se sugiere pugnar para que un sistema que tienda a asumir un mayor control de los miembros de la sociedad como el chino,  y menos que se convierta en un modelo a seguir,  sino que, más bien, es una invitación a analizarlo y aprender qué es lo que sí funciona en Oriente, en China, pues, para, cuando menos, saber contra lo que irremediablemente, guste o no, se está compitiendo.

 

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Cai Guo-Qiang, Head On, instalación.

 

 

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Por adminCGJ

4 comentarios en «Algunas diferencias de perspectiva en el campo del arte entre Oriente y Occidente.»

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