Sociales
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Por: Diego Figueroa / @oreugiFDiego

 

Perorealmente esas herramientas ¿son Sociales? ¿Cómo puede una persona asegurar tener más de mil amistades si ni siquiera conoce cómo se llaman sus vecinos? En tan burda premisa residen miles de fanáticos radicales sobre la importancia de recibir y aumentar de forma perenne su número de “likes” ante las publicaciones propias y el agrado de los demás.

 

Hace un par de años, en una entrevista académica para ver la posibilidad de laborar en el recinto que por obvias razones no mencionaré, recuerdo que fui cuestionado por mis publicaciones en redes sociales, a lo que, cordialmente invité a no tomar en cuenta ni hacer menciones futuras, pues el espacio que yo usaba y el color de mis comentarios eran del tipo de revista cómica e infantil. Que nada tenían que ver con mi proceder como profesionista.

 

Pero la entrevistadora me mencionó que las Redes Sociales eran ya, un punto a investigar para la contratación laboral. A lo que acto siguiente, comencé a despedirme y procedí a retirarme, mencionando en forma de explicación, que nunca íbamos a compartir los mismos criterios, por mucho que la materia a impartir se llamase “Redacción Crítica”.

 

Un silogismo puro de entrada a lo que se supone, sería mi sede para laborar.

 

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Porque cuando la gente realmente raciocina un poco, no se puede juzgar a alguien por lo que los demás dicen de él, mucho menos por lo encontrado bajo las Redes Sociales. Sin al menos, otorgarle un derecho de réplica, donde se le pueda cuestionar y bajo el peso de sus argumentos, entonces sí, emitir el juicio de valor sobre el individuo en cuestión, pero, imaginen ¿qué sería del mundo si todos acentaran por supuesto lo que se encuentra en el internet o dentro de las tan mentadas redes sociales?

 

La tierra volvería a ser plana, porque nunca lo dejó de ser y simultáneamente, por favor, a título personal, para que yo no tenga pena alguna al subirme a esta tendencia, que se le vuelva a considerar el centro del universo.

 

El Individuo cuenta con la madurez psicológica de suscribirse a una red Social.

 

Que las Redes Sociales tengan una cláusula donde mencione el límite mínimo de edad en sus usuarios, me remonta con alegría a aquella escena citada en el libro del Indio Zapoteco, sobre la importancia del viento ante Juárez. El mostrar públicamente esa supuesta regulación, es la nueva forma de emular a Poncio Pilatos (de igual manera pública y frente a los ojos de medio mundo) y su astucia para deslindarse de responsabilidades.

 

Este no es el espacio, ni mucho menos el medio para urdir los estadios de la madurez en los sujetos desde los primeros años de vida hasta su madurez y suponer que infligen un mal en los jóvenes. No, no puedo asegurar el hecho.

 

Pero, para mí, simplemente basta el ver la zozobra en sus pueriles usuarios al manipularla. Viendo cómo se genera en ellos la ansiedad, el estrés, la inquietud y sobre todo, la agonía que los jóvenes experimentan ante la posible idea de no ser – socialmente aceptados en su red social – como si de ello pendiere su supervivencia más natural, eso, lo repito, no se me hace, muy sano que digamos.

 

Si eso, para la actual sociedad es lo normal… Ahora entiendo porqué la juventud se está yendo a pique.

 

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Saben por sentido común, ¿por qué un niño de diez años no debiera conducir? Primero, porque todo es una aventura, segundo, porque no valora el riesgo que eso implica para él y los demás, tercero, porque no piensa en consecuencias, cuarto, no le importa lo demás, porque sabe que sus padres responderán por él, quinto y ya cerrando, no tiene la madurez suficiente para mirar más allá y saber hasta dónde y en dónde puede acelerar más fuerte.

 

A este bonito ejercicio, si se desea continuar, se le pueden sumar los cambios hormonales, con el disparo de adrenalina, la facilidad de creación de endorfinas, en sujetos de 13 a 18 años y sus efectos personales y en varones más, si le adjuntamos el empuje de los primeros efectos de testosterona… Y de ahí, la infinidad de trágicas historias de adolescentes al volante.

 

Todo eso, está documentado y conforme pasa el tiempo, nuevos estudios arrojan parámetros similares en el uso sin control de las redes sociales, pero, pareciera que, en ellas o contra ellas, nadie quiere aventurarse.

 

La lid contra el joven.

 

Previamente mencionaba que este no es el espacio para la disección psicológica, que es más un lugar donde se analiza desde lo común. Usando eso como base, si entendemos al adolescente como un ente que en efecto adolece de una identidad propia y que en esos años la va formando.

 

¿Por qué se permite el uso de dispositivos o medios externos, si generan en los usuarios sentimientos de inferioridad? Usuarios, en su mayoría jóvenes, son atacados inconscientemente en su autoestima al darse cuenta de no tener la respuesta que sus otros compañeros obtienen, por citar un ejemplo muy común.

 

En las Redes Sociales que tanto promueven la libertad y satanizan la intolerancia, al etiquetarla como fobia, por qué se les permite a las señoritas, por ejemplo, realizar videos enmarcando su figura o presumiendo sus atributos físicos de género a tal grado de, casi, casi, llegar al desnudo. Con la única finalidad de tener más usuarios, seguidores o likes.

 

Que una herramienta produzca eso en sus usuarios, ¿se puede clasificar como sano?

 

Quizá sea porque soy de otra generación y ya mis conceptos son muy anticuados, pero si se pudiera leer entre líneas el uso de éstas, la gente no percibe en las tan populares  redes sociales, una producción mayor de conflictos intrapersonales entre sus usuarios, que alianzas estratégicas de crecimiento tanto laboral como personal.  

 

No lo sé, igual es mi crianza, igual son mis ideas decrépitas, como sea, uno ya está viejo, ya está amolado, ya es uno, un vestigio de recuerdos y emociones. Uno ya va de salida, como los miembros de la vieja guardia nos decimos, pero….

 

Uno como sea, pero ¿los niños qué culpa?

 

 

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2 comentarios en «“Las Redes Sociales y su lid Psicológica”»

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