Sociedad
Spread the love

 

Por: Diego Figueroa.

 

Cada día es más evidente como la sociedad actual está bombardeada por – citas – de películas, series televisivas, originalmente de libros y muy recientemente en espacios de internet se leen cosas tipo:

 

– la vida comienza fuera de tu zona de confort – el cielo es el único límite que tienes – tú eres el diseñador de tu propio destino – y así podría seguir infinitamente parafraseando el mismo tema, que para los que somos más quisquillosos, no se trata de “echarnos porras” sino de alentarnos a vivir.

 

Con esto, no quiero que se entienda una mera crítica de forma, sino de fondo.

 

Máximas efímeras, fugaces e intangibles que apelan más a la ilusión y a la esperanza que, realmente a un llamado a la guerra. Induciendo a la sociedad actual a aceptar nuevas normas y formas de vivir así la vida, porque afuera, nada se da por supuesto, nada se da por divinidad, nada se recibe por mera suerte. Afuera, en la vida, en las escuelas, en los trabajos, en las empresas, en cualquier ámbito que no sea familiar, se vive una constante competencia. Una rivalidad intelectual o física; eso, afuera ya no importa.

 

Afuera (que irónicamente es cuando más se está en sociedad) uno tiene que fundamentar lo que sabe, tiene que demostrar sus conocimientos en el alcance de objetivos, debe dejar en claro que presiones como el tiempo, número de variables a solucionar y sobre todo recursos “no impedirán” que se actúe. Que quizá, no se logren los resultados como se pedían, pero, al final del día – se hace lo que se puede con lo que se tiene – y ese “hacer”, no es lo que mamá aceptaría, no es lo que la abuela daría por tu mayor esfuerzo, no es lo que papi, diría “hiciste lo mejor que pudiste”. No, afuera del ambiente familiar nadie espera que – ese esfuerzo – sea único y personal.

 

Afuera se espera que ese esfuerzo sea lo que nadie más en la escuela, en la oficina, en la fábrica, en el despacho, en el gimnasio, etcétera pudiese dar. Cuando se está en sociedad, uno no solo compite contra uno mismo (como pasa tradicionalmente en casa) compite, nos guste o no, contra todos y cada uno de los que laboran o conviven dentro del mismo espacio donde uno está.

 

Podrías leer: PEPE GRILLO MUERE Y NADIE ACUDE A SU FUNERAL.

 

Y hasta hace unos años ese era el reto primigenio de la generación X (y hasta la generación Z, pero, honestamente, después de más 50 años en este mundo, creo que debiese ser una de las funciones y objetivos del “sano ser humano”) EL SALIR DE CASA Y SOBREVIVIR. Porque ese simple acto de independencia personal es una muestra sociocultural de ser auto dependiente, tanto emocional como económicamente.

 

Es como si de alguna forma tácita, los individuos estuvieran conscientes de su realidad, de lo que se esperaba de ellos y sobre todo, de lo que ellos tenían que alcanzar para lograr una sana emancipación del seno familiar y eso, era algo que la sociedad daba por supuesto.

 

Pero “algo” se gestó en las últimas generaciones de los Millennials y es, lamentablemente más evidente en los Centennial y ese algo, pensándolo más a fondo es – algo se perdió – y la carencia de eso, es lo que tiene a la sociedad sufriendo como nunca antes se había visto. Un auge en el número de personas intolerantes, sujetos cada día más débiles (emocionalmente hablando), “niños codependientes a dispositivos digitales”, adolescentes que sufren crisis nerviosas si se les aleja de su teléfono portátil. Pequeñas muestras de cambios en ámbitos sociales y culturales que antes, no se veían. Además, si volteamos la mirada al sector productivo, cada día es más frecuente escuchar “la tardanza” como normalidad del espacio laboral. La falta de una creatividad real y subjetiva, la inexistente tolerancia a las imágenes de autoridad, la displicencia casi total al hecho de mantener un trabajo, la falta de disciplina para mantener un espacio medianamente organizado.

  

Podría interesarte: Planeación de Secuencia Didáctica: Ciclo Escolar 2020-2021.

 

Además, si se les cuestiona, indudablemente lo perciben como una afrenta a su “libertad de pensamiento”, generando un hartazgo instantáneo (sostenido por la seguridad que le brindan sus padres) que los lleva indudablemente a renunciar después de su tercer mes de trabajo… Yo no miento al describir los hechos, ni el sentir de cualquier persona que labore en un corporativo y si se me presiona un poco más, pudiera asegurar que en pequeñas empresas este “sketch de comedia” es también ya presente, creando un nuevo auge en los Stand Up de todos los lunes o viernes en las oficinas de recursos humanos, cuando los sujetos en cuestión son llamados.

 

Qué dirían estas nobles personas del pensamiento neoliberal digital actual, si supieran que existieron generaciones donde el tema principal a la hora de la comida y cena al cumplir quince años era la simple pregunta indisoluble entre padres e hijos:

 ¿y de qué piensas vivir si no quieres trabajar?

 

Si me permiten responder por ellos, yo creo que las nuevas generaciones lo clasificarían como – maltrato psicológico o los más letrados, se aventuraron a etiquetarlo como explotación infantil – estas serían mis humildes respuestas.

 

En fin, eran otros tiempos, eran otras generaciones, eran otras culturas e indudablemente era otra sociedad y por ende, eran otras maneras. Y ahí está el detalle. La manera en que nos guste o no, nos presentaban ante el mundo, nos presionaban a salir y con esa puerta en mente, nos brindaban herramientas necesarias para sobresalir o simplemente sobrevivir.

 

Las cosas como eran. No había más.

 

Pero ahora, gracias a las redes sociales, las cosas no pueden ser simples, los momentos no pueden ser cualquier cosa, los desayunos ya no pueden pasar desapercibidos, ahora ya no existe un momento que no sea épico pero sobre todo – a manera -. La fricción, la complejidad o la dificultad en cualquier ámbito social no debe salir a luz, no se debe mostrar, no se debe enunciar, de eso, ya nadie quiere hablar. 

 

Y esa grandeza produce en los usuarios que le agreguen filtros, que emulan emociones, que se muestren anonadados, que no exista cosa más interesante, hermosa, llamativa e inalcanzable como lo que uno está experimentado mediante su exposición en las redes sociales.

 

Uno pensaría que es una cuestión de moda juvenil, pero qué pasa con los padres que a sus pobres hijos de 5, 6 ó 7 años los “visten como adultos” llevándolos casi casi de la mano a la lamentable hipersexualización con la única finalidad que el hijo sea el medio para que el padre – se vea bien – en sus espacios digitales.

 

No se tiene que ser un gran matemático para hacer la cuenta lógica de un sujeto que es formado para posar desde los 6 años con: el mejor peinado, el mejor pantalón, el mejor sillón, el mejor ángulo, la mejor fiesta, etcétera. Cuando ese sujeto crezca y no tenga: el mejor empleo, el mejor sueldo, la mejor posición, el mejor desempeño… ¿qué será de él? ¿Será la culpa de los padres y por ende, que los padres no lo exhorten a dejar la casa?

 

Podría interesarte: EDUCACIÓN ONLINE UN RETO IMPORTANTE.

 

¿Siguiendo este burdo ejemplo, no es la sociedad el medio para ajustar a sus integrantes si los padres de familia están fallando? Porque en algunos casos, la denuncia social, dirige al mismo Estado a retirar a los menores si ve que los padres no están cumpliendo con sus obligaciones. Por poner el mismo tema y no alejarnos de lo antes citado, ¿cuánto más se deberá estudiar para alejar a los niños de sus padres si se ha visto y comprobado los problemas de la hipersexualidad en los menores?

 

Hablando como miembro de una sociedad, yo preguntaría: ¿Ante el fallo de los tutores (quien sea que estos sean) en quién actualmente recae el peso de esa orientación? ¿Hasta qué punto es más válido voltear la mirada que atacar el problema?

 

Pero será que ante el tamaño de tan perversa imagen es mejor verlo detrás de un filtro, evitando la realidad de los hechos. Maquillando los daños para seguir disfrazando el golpeo continuo que pareciera no cesar y que, al explotar el paisaje, es mejor mudarse e instalados en un nuevo set, volver a empezar. Porque ya nadie quiere hacer nada por cambiar esta cruda realidad y aquellos de la vieja guardia, al vernos superados y sin respaldo alguno, nos hemos exiliado en la inmensidad de la red.

 

 


Síguenos en Twitter @DespertarDiari0


 

2 comentarios en «“La Sociedad Actual y su vida Fuera del Filtro de las Redes Sociales”»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *