Por: Ideology Learning | @idLearning1
Como ya se ha comentado en este espacio dedicado a la escuela, la falta de enfoque educativo pareciera más presente que nunca. El regreso a clases depende única y exclusivamente de la Secretaria de Salud. Esta es la instancia que tiene en sus manos el poder y claro, la responsabilidad de ordenar, sugerir o reglamentar el regreso a clases, pues nuevamente recalco, “es un problema sanitario”. De salud y no académico ni sindical.
En la entrega pasada, se comentó como la falta de enfoque hace que no se resuelvan los problemas de raíz. La semana pasada, justo comentábamos que, mientras el profesor apunte a la empatía de los alumnos y no la de su secretaría, los resultados no llegarían pues se hace un llamado a la acción social del alumno y no, se le hace el reclamo justo a la Secretaria de Educación.
Continuando con esta falta de enfoque, veamos un ejemplo más, para recalcar que no es un problema aislado en el sistema.
¿Qué podría estar haciendo la escuela?
Lo que la escuela debiese estar haciendo es una remodelación en el diagrama de sentado de sus alumnos, una reestructura de horarios por niveles, un estudio de limpieza y desinfección entre cada grupo, en los pasillos escolares, instalaciones de gel antibacterial, un nuevo horario escolar, etc. Innumerables son las posibilidades y variables que tiene la Secretaria de Educación para crear un plan donde se pueda monitorear el flujo del alumno y sobre todo, se replantee y rediseñen horarios donde se eviten lo más posible el contacto continuo.
Esas son algunas de las acciones que la escuela como espacio de interacción físico y social debiese hacer. En países como Alemania, Japón, los vecinos Estados Unidos y Canadá, la escuela ha seguido su marcha. Los alumnos van a clases, pero, en estos países, los horarios han cambiado, el flujo de alumnos se ha controlado y sobre todo, la sociedad ha mantenido las dos simples reglas: Respetar la distancia entre cada uno y el uso de cubre bocas.
Copiar y Pegar
Durante años hemos escuchado esta simple acción de “copiar y pegar”. Y todos los que laboramos o estamos relacionados al ámbito educativo sabemos lo que eso significa, lo que conlleva y, sobre todo, lo que nos dice sobre el sujeto que realiza dicha acción.
Uno de los grandes problemas que tenemos como sociedad es, que cuando vemos algo que está funcionando en otros países, inmediatamente “copiamos y pegamos”. Esto claramente se ve en las modas. Pero, lamentablemente en el Sector Educativo esto pareciera una actividad recurrente, cuando en dicha área debiese ser impensable.
Sobre todo, porque los cambios académicos, escolares y de curriculum de otros países, son respuestas, resultados y acciones resultantes de estudios culturales. Son las propuestas de solución a problemas puntuales de diferentes órganos sociales en dichos países. Actividades que van siendo permeadas por la cultura que las necesita y repito: Son el resultado del estudio de necesidades.
Pero, pareciera que en nuestro sistema educativo simplemente eso no se entiende. Y simplemente se copian y se pegan propuestas de otros países, haciendo de lado la importancia de la cultura. Recientemente en redes sociales se comentaba cómo en Japón, los infantes tenían que limpiar su propio salón de clases y la forma en que ellos, de manera curricular ingresaban un día en su planeación a dicha actividad.
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Actividad que por cultura ellos respetan. Un estudio cultural donde ellos como sociedad reconocen la importancia de mantener, propiciar y fomentar la organización y limpieza del lugar donde se encuentran. Es una actividad resultante de la propia cultura.
A manera de ejercicio lúdico, le invito a pensar qué pasaría si en nuestro país, en una escuela primaria privada estuviera la orden de limpiar los baños de la escuela… En menos de 5 minutos una horda de padres de familia estaría reclamando a las autoridades “la inmundicia” de poner a sus hijos ¡a trabajar! Y sobre todo en limpieza, “si por eso, ellos pagan”. Y así, usted podrá seguir el ejercicio agregando injurias que los ofendidos padres de familia en su mayoría reclamarán a la institución.
Ejemplificando así, que esos cambios que en otras culturas llaman la atención, no son para nada viables en la propia porque en efecto, no se han hecho estudios propios de cultura. Por eso, en la educación no se puede simplemente – copiar y pegar – lo que en otros países se está haciendo. No, lamentablemente no se puede en el ámbito académico y mucho menos, se debiese “contextualizar” dichas acciones porque los resultados son aún peores.
E irónicamente, pareciera una falta de estudio, resulta hasta risorio que la escuela, no quiera investigar ni hacer su tarea, pero, la falta de propuestas, la falta de iniciativas y la gran molestia que la sociedad sigue presentando a casi un año de no estar en las escuelas, nos indica que, en efecto, la escuela no quiere estudiar.
La falta de educación.
Tan solo basta dar una vuelta en las redes sociales para ver cómo maestros que, gozando del sueldo fijo, de base y constante pago quincenal, han salido “de puente”. Han tomado vacaciones y se han alejado a relajarse a la playa… Cómo y con qué cara, uno como docente le puede pedir al alumnado que se cuide, que no salga, que evite el estar afuera, cuando descaradamente el profesor sube fotos con el mar de fondo, comparte hermosas postales del atardecer, literal, de vacaciones en plena pandemia.
El espacio personal es libre, el uso de recursos y gustos son personales. Eso nunca entrará en discusión, pero, en el momento que ese tipo de material se hace público al colgarlo o subirlo a una red social… ahí ya tenemos otro mensaje, otra imagen, una idea muy diferente, de ese sujeto responsable.
Abusando que la gran parte de los miembros del magisterio reciben evangélicamente su salario quincenalmente “sin tener que salir a buscarlo”, existen ciertos elementos docentes, que viven una vida casi casi, de estrellas del espectáculo.
Y claro, no se puede pensar que en su totalidad todos los maestros son así o que todos los maestros tienen esos beneficios cuando hay también docentes que caminan hora y media para tener señal y así mandar sus actividades cuando trabajan en zonas rurales.
No, no todos son así y es de sabios no generalizar, pero, si la mayoría de los integrantes del sector educativo fueran como aquel docente que sacrifica su tiempo y camina para encontrar señal de internet, los resultados, las propuestas y las dinámicas serían diferentes.
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Por el contrario, la nula respuesta, las malas actividades para hacer frente a la pandemia y el desfase entre lo que se muestra en los medios de comunicación y la realidad del docente de zona rural, indica que entre el servicio de buffet y las horas de alberca no hay tiempo para sentarse a planear.
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