Generación Digital
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Por: Diego Figueroa | @oreugiFDiego

 

Poco a poco la sociedad va tirando las mentiras que, ante los hechos reales, el peso y valor verdadero de las cosas, salen a la luz. Por ejemplo, antiguamente, se creía que lo que nos tenía sumidos en la ignorancia y en ser un país tercermundista era el poco acceso a la información.

 

En lecturas pasadas ya he hablado del tema y pareciera que no lo acepto, no lo supero, no lo puedo “entender” y ofrezco mi propio diagnóstico, pero en verdad ver a los niños, a los jóvenes, a los nuevos padres aceptar y validar entre ellos el “pues ya le di una tableta/pues hicimos el gasto y le compramos una LAP” como si eso fuera a resolverle la vida a la criatura, cuando a mis ojos es absolutamente todo lo contrario.

 

Cada quince días pareciera que surge un nuevo estudio en donde quedan exhibidos los déficits de atención, los pobres resultados en pruebas de conocimientos, el daño a sistemas básicos como es el lenguaje o la comunicación, las grandes catástrofes universitarias en campos de Lecto-Escritura al revisar los trabajos académicos, por mencionar algunos casos que ya están siendo documentados y estudiados.

 

Pero la información está al alcance ahora sí de la mano, a un click de distancia y la gran mentira del siglo XX parece no ser evidente, al contrario, se fortalece diciendo: “Los jóvenes son de una nueva generación digital y ya no son como los de antes” Y si traducimos eso a lo más burdo y esencial, ahora, pareciera que esa Generación Digital, está confinada al fracaso social.

 

Por ahí de los años 80’s.

 

Empezaban a diseñarse todo lo que son programas, comandos, códigos, se empezaba a darle vida a las computadoras, a crear una serie de pasos y de instrucciones que servirían como comandos para una nueva herramienta, las computadoras de escritorio.

 

Uno llegaba con una idea, la plasmaba y se empezaba de ceros en papel a hacer bosquejos para pasarlos a comandos y así dar las instrucciones de lo que uno quería que ese sistema hiciera. Poco a poco, nos fuimos ayudando de ellas, poco a poco les fuimos enseñando más para hacer menos, pero el principio seguía siendo el mismo, era una herramienta para nosotros.

 

Uno diseñaba el tipo de cosas que necesitaba que la herramienta hiciera, uno le daba órdenes y se esperaba a ver que todo saliera como se programaba, eran trabajos de una u otra forma, supervisados por unos y sobre todo, evaluados por alguien más.

 

A finales del 2000.

 

Esos sistemas ya tenían 20 años conviviendo con nosotros, pensamos que sería como cuando el hombre domesticó al lobo y evolucionó a ser su mejor amigo y fiel compañero. En esos años, ya no se miraba más a los sistemas, ya todo se daba por ipso facto, no había más errores que cuidar y simplemente se iba puliendo lo ya existente

 

Todo tendía a ser más pequeño, todo buscaba ser más potente, era una lucha que había iniciado con las televisiones, pasando por los reproductores de audio, saltando a las cámaras fotográficas, secuestrando las comunicaciones y los productos Digitales, comenzaron a canibalizar todo lo que antes de los 90’s se usaba comúnmente.

 

El gran conquistador fue el teléfono móvil, llevándose consigo las agendas, las calculadoras, las grabadoras de voz, los relojes de pulso, como un virus insaciable, poco a poco infectó todo lo que antes creíamos insuperable. Los videojuegos emigraron a esas pantallas móviles, las videocámaras casi murieron, los despertadores, el bloc de notas, vamos, hasta el solitario sucumbió ante voraz enemigo.

 

El año 2010.

 

Llegamos con más de treinta años con el enemigo en casa, nos conoció de pies a cabeza y quienes les dieron vida, pasaron irónicamente a un mejor terreno dejando una que otra advertencia pero nada que se nos pudiera ir de la mano.

 

Un maestro nos decía “la investigación o la reflexión profunda, nunca han sido innatas del ser humano, son habilidades que se deben desarrollar” pero viviendo después del año 2015, todo ya estaba “ahí” ya nada se podía describir, ya no existía el hilo negro, ya no se iba saber más y, si en todo caso, algo se necesitaba, se sacaba el teléfono móvil de la bolsa y se averiguaba.

 

Pareciera que ya no es necesario ni será necesario el saber algo por uno mismo. Ya no tiene caso investigar la razón de X o de Y porque seguramente ya está en el internet y si está ahí, es porque debe ser verdadero. Así, todo se dio por ganado, todo se dio por hecho y ahora, ya nadie debe ni sabe ni entiende el por qué aprenderse las calles del centro. Ni dónde ni cómo comprar fruta de temporada, porque ni de las estaciones ya se sabe nada.

 

Así fue como llegó su gran profeta, así fue como ese gran ente, se apropió de sistemas, de oficinas, de trabajos, de opiniones, de personas, de gobiernos y lamentablemente de los niños.

 

El emisario GAFA.

 

Ya no es importante saber nada, ya no se requiere aprender tampoco, tan solo basta con ir a su buscador electrónico y preguntarle “cómo amarrarse los zapatos” para que en menos de 3 segundos tenga: Diagramas, instrucciones, videos, consejos, tutoriales, estilos mundiales, modas, tendencias, etc. Para qué, usar nuestra memoria, si ya tenemos ese grandísimo buscador que todo lo sabe, ¿para qué quiero aprender?

 

Con esta globalización uno ya puede comprar cosas del otro lado del mundo, solo es necesario registrarse en la tienda de la – A sonriente –  y de ahí, pasar horas y horas buscando para después, ser víctima de nuestra serotonina. Nuestros reflejos de recompensa y castigo se disparan y si pagamos extra, nuestro paquete nos llega en menos de 2 días a la puerta de nuestra casa.

 

¿Hacer amigos? ¿Conocer gente? ¿Sociabilizar? Para qué, si con la nueva plataforma Social, del tan glorificado Face se tiene. Ahí, está una vez más presente todas las ideas conductistas, todos los estudios de autoestima, de personalidad, de seguridad emocional y toda esa vacuidad tóxica se va reuniendo en un solo lugar “sin salir del cuarto”. La vida social, ahora está en una pantalla.

 

Y por último, qué sería del consumismo sino se tiene un producto estrella que más de medio mundo muera por tener, qué sería de los genios de California sino tuvieran un estandarte. Cómo comprender todo este modernismo sin un producto que represente todo aquello que antes no se necesitaba para vivir pero que ahora, cuarenta años después de este boom tecnológico, pareciera que sino se tiene la última generación del teléfono de Ap…. No se tiene nada.

 

Podrías leer: “La Sociedad, el Emprendedor y el Porrista Personal”

 

Ahora, la vida la dicta el GAFA. Ahora, basta abrir la computadora para que el buscador nos sugiera una película, nuestra tienda nos de promociones que no podemos resistir, la página de amigos, nos informe de eventos y nos muestre lo feliz que hay en la vida y claro, todo con la pantalla más brillante en el dispositivo ideal para verlo.

 

Hoy en día, ya no hay vida fuera de lo que el gran didacta GAFA dice, y pongo didacta, porque debido a la pandemia es cuestión de tiempo que él meta mano en los sistemas educativos y entonces sí ya todo esté perdido. Qué estudiar, por qué estudiar, cuándo estudiar y dónde estudiar, ya no será responsabilidad ni necesidad del niño y quizá, ni siquiera del ser humano.

 

Pero bueno, no me hagan caso, total, yo ya soy muy viejo para entender esto, o mejor dicho, para volver a vivir esto que ahora la mayoría llama vida.

 

 

 

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