Por: Saúl Atonal Ortiz.
Aquel estudiante de universidad, en el penúltimo semestre presentó un examen de matemáticas y lo reprobó, otra vez lo presentó y el resultado fue el mismo, una vez más, aún con las mismas preguntas y ocurrió lo mismo.
Lo reiterativo del resultado provocó que abandonara la carrera, su mente registró que para las matemáticas era malo y nunca más las encaró en el terreno abstracto.
Desarrolló lo que algunos psicólogos le llaman indefensión aprendida que consiste en que una experiencia negativa induce a darse por derrotado, por más que existan oportunidades reales de cambiar el destino.
La ley del nuevo modelo laboral traza una nueva ruta para los trabajadores sindicalizados, con el voto secreto, personal, universal y directo se destierra jurídicamente la sumisión a líderes gansteriles y perversos que, faltos de argumento, utilizan la estrategia de persecución y amenazas a través de terceros como mecanismos de control.
Esta ley, concatenadas con otras, como el abuso de poder y canalizadas ante las autoridades judiciales correspondientes protegen a los trabajadores y es causa de pena a los que infrinjan las disposiciones jurídicas.
La ley ya está vigente y quién la aplique también, ahora serán organismos autónomos los que defiendan de abusos gremiales. La otra parte corresponde a los trabajadores darle vigencia.
Las experiencias del pasado impiden aprovechar las oportunidades para vivir humanamente en el trabajo.
Ahora corresponde a los posibles afectados dejar al margen la indefensión aprendida y vivir en la dignidad laboral.
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