CuerpoGrupo escultótico de Laocoonte. Museo Vaticano.
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Portada: Grupo escultórico de Laocoonte. Museo Vaticano.

 

Por: Alejandro Teutli | @alejandroteutlie

 

Cuando Tracey Warr menciona que los artistas desde hace algún tiempo se han cuestionado sobre la forma en la que el cuerpo ha sido descrito y concebido, habría que añadir que lo han hecho también sobre la manera en que es representado. Desde la década de los 60 del siglo pasado, paralelas a expresiones que rompieron todas las preconcepciones de hacer un arte enfocado en la representación llegando incluso a relegar a la pintura, se gestaban otras posibilidades suscritas al “realismo y/o ilusionismo: cierto arte pop, la mayor parte del hiperrealismo (también conocido como fotorrealismo), y parte del arte apropiacionista.

 

Los pintores fotorrealistas distribuían sobre la superficie del lienzo los puntos focales de varias fotografías, reproduciendo cada centímetro cuadrado con gran precisión. De los artistas hiperrealistas o neorrealistas, algunos destacaron por volver a representar la figura humana, desde los enormes retratos de Franz Gertsch o Chuck Close hasta los desnudos de Philip Pearlstein influenciados por los de Stanley Spencer y Lucian Freud; para éste último, representar al cuerpo desnudo es una constante y por eso mismo se convertirá en el gran referente para toda la pintura posterior de desnudo.

 

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La representación con este arte realista cobra una fuerza renovada. Pero no sólo hablamos de representación en relación a dicho arte, sino que tenemos paralelamente al arte pop en donde Roland Barthes y otros observan un “desbaratamiento vanguardista de la representación”. Dos modos distintos de asumir el sentido de la representación en el que el primero se encuentra en un juego de intercambios con la pintura del pasado.

 

Lician Freud, Sleeping By The Lion Carpet (1996)

 

Por su parte, el cuerpo es un sitio común que es tomado como pretexto por diversos artistas contemporáneos para generar su obra y, como es sabido, es un elemento primordial para artistas de diversas épocas cuando atendemos la historia del arte; lo anterior con diferentes enfoques dependiendo de cada contexto.

 

Hasta el día de hoy, los artistas han convertido al cuerpo “en el sujeto y en el objeto de la obra de arte”, buscando nuevos sentidos de significación conforme a los procesos sociales y, en consecuencia, las visiones del mismo arte van transformándose también; esto no es ajeno para los pintores obsesionados con la representación del cuerpo desnudo. Uno de los principales elementos con el que se relaciona a la representación del cuerpo desnudo en el arte es la belleza. Dentro del arte griego, por ejemplo, encontramos representaciones escultóricas del cuerpo que pocos paralelos hallan en otros momentos de la historia.

 

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Dichas representaciones denotaban un derroche de destreza técnica y de una búsqueda incansable por contener la belleza, esa que no sólo atiende al gusto de un sujeto, o de algunos, sino que apela a lo que Kant asumiría que posee un carácter universal -en sus palabras- a ese «juicio estético que pueda aspirar lícitamente al sentimiento de todos», sin perder de vista que, según el mismo filósofo: «En un juicio de gusto, la universalidad del placer se representa únicamente como subjetiva». De todo esto podemos decir que, si bien no habría una belleza absoluta contenida en una obra de arte, esto es, que esté por encima de cualquier subjetividad, sí podríamos hablar de una belleza universal que, pasando por el tamiz de diferentes subjetividades, genere una opinión coincidente en una mayoría de sujetos-espectadores de que la representación del cuerpo en una determinada obra de arte posee belleza.

 

La representación, entonces, es la manera de presentar de otra manera algo que existe en la realidad o en nuestra imaginación. Retomemos el caso de la escultura clásica, la cual consistía, como ya quedó subrayado, en la representación de la belleza ideal denotando un carácter mimético de la escultura con su modelo.

 

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Algo parecido surge también con la pintura, aunque del período clásico no haya sobrevivido casi nada de dicha disciplina artística, debido a que la mayoría del trabajo de los pintores se perdió, salvo por las copias romanas de algunos frescos pompeyanos y los retratos hallados en el oasis del Fayum, a diferencia de las obras escultóricas que, como consta, tuvieron un mejor destino. En el caso concreto de la pintura es hasta el llamado Primer Renacimiento que el carácter representativo en el arte vuelve a interesarse por buscar una correspondencia de lo representado con la realidad, rompiendo con la larga tradición de la Edad Media de representaciones figurativas que en su mayoría estaban centradas en figuras religiosas que contenían un sentido de lo divino.

 

El tema da para mucho, mucho más, pero, a manera de conclusión parcial, de todo lo anterior, podemos estar seguros de que el cuerpo seguirá siendo el principal “objeto” de interés para muchos artistas. Dicho de otra forma, el cuerpo es irrevocable si de arte se trata, ya que es el principal medio para reflejar la condición humana, condición que, por lo demás, es compleja y, de cierto modo, inagotable.

 

Jenny Saville, Hyphen (1998-9)

 

 

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