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El título sonará a fábula y quizá si mis habilidades me lo permitieran, lo redactaría como tal y, por ende, incluiría una moraleja, pero no, lamento decir que no es el caso. Lo haré más simple y llano porque más claro que el agua, actualmente ya no lo es.

Figueroa, Diego

 

Por: Diego Figueroa | @oreugiFDiego

 

Antiguamente se tenían ciertos sectores sociales y públicos bien establecidos, se sabía bien, quienes eran de derecha, quiénes eran liberales, quienes apoyaban por conveniencia y a quién solo pagándoles aportaban, era claro. Lo mismo pasaba en los medios de comunicación, sin importar: radio o televisión. Se podía dar uno cuenta quién era compinche o quienes iban solo de paleros, era claro.

 

En uno, fungiendo el papel de receptor, cabía la cordura, la mesura y la autocrítica de ver a quién sí creerle y a quién, simplemente dejarlo hablar. Se les daba la oportunidad a todos de decir sus aportes (y ya mencionar aportes es darles una ayuda) y en ocasiones se les cuestionaba simplemente por enriquecer el hecho de debatir, pero, una vez más, antiguamente era evidente identificar quiénes pertenecían a ciertos círculos, vamos, era claro.

 

En los medios de comunicación y sobre todo en la prensa, se usaban expertos. Se mencionaban y apegaban a personajes que tenían años de estudio y en ocasiones de militancia. Eran iconos clásicos de los sectores a comentar, eran individuos que al menos, sin temor a equivocarme tenían más de 15 años en el sector donde aportaban y la gran mayoría, sino tenía una carrera afín, habían estado en el medio toda su vida, no existían “improvisados” y a aquellos se les ocurría aparecer de la nada, era cuestión de recibir 2 ó 3 plumazos y esa persona y su opinión regresaban por donde había llegado.

 

La Comentocracia actual.

 

Actualmente, si uno es aún un poco inquieto y tiene un perfil público en redes sociales, basta visitar los perfiles de los conocidos de los amigos (y en muchos casos hasta los propios amigos) para ver el auge, el crecimiento y hasta la profesionalización de la tan llamada “Comentocracia”.

 

La Comentocracia carece de estudios, de investigación, de razón, de una ciencia dura que respalde su opinión. Un simple comentario a título personal que literal, como bomba se suelta en las redes sociales bajo el llamado a “hay que hacer algo / esto no puede ser así” y entonces, tal reacción química, pareciera que todo aquel que lo lee enloquece.

 

La Comentocracia no está sola, cuidado, quién es militante de tan bonita corriente siempre portará la bandera de la moral universal, casi, casi como capa. Sus miembros, todos ellos bizarros y gustosos de lo salvaje, opinan sin mesura ni cordura, enmelando a sus escuchas de las redes sociales bajo un simplón autodesarrollo personal.

 

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Estos “comentócratas” (si eso existe) actuales tienen las venas de opinar sobre: educación, ecología, macroeconomía, la paz en medio oriente, el desarrollo sustentable, medicina, políticas internacionales, geopolítica, finanzas, epidemiología, etapas del desarrollo humano, derecho romano, neurociencias, tratados políticos, vamos, a pocos les falta redactarlo en latín y en muchos otros casos, pareciera que todos aquellos grandes filósofos griegos han vuelto a la carga y a la vida, gracias a tan sutiles personajes que nos podemos encontrar en las mentadas Redes Sociales. 

 

La Antigua Grecia ha resurgido de entre los miles de usuarios de las Redes Sociales, solo que pocos nos hemos dado cuenta y quizá, si me atrevo a decirlo, actualmente hay más filósofos virtuales actuales y con un mayor alcance.

 

El peligro del Libre Albedrío.

 

El supuesto radica en la creencia de poder elegir o la potestad de decidir, tomando así nuestras propias decisiones y siendo acreedores de esas consecuencias. Así, los de la vieja escuela fuimos criados y se nos fue inculcado. Nadie llora por uno, nadie sufre por uno, “ya verás” decían nuestros padres, y en efecto, después de un tiempo esas decisiones que tomábamos nos hacían pagar la cuenta.

 

Pero sabíamos perfectamente que, en cada una de esas selecciones, venían de la mano responsabilidades y por ende, teníamos que ser cuidadoso de lo que pedíamos. Porque no era un acto de un momento, de un día, de una charla. Se tenía que ser muy cuidadoso sobre todo con la palabra, porque era la forma de aquel entonces de ser etiquetado. En esos tiempos, para hablar como los mayores, no solamente era tener el valor desde tu postura, sino el estudio de causa de fondo y el respaldo de tus estudios para hacerlo.

 

Actualmente, la Comentocracia se cuelga y promueve los derechos de todo tipo, pero, si se estudia y analiza bien de fondo sus discursos, se ve que simplemente es gritar con toda fuerza “queremos por derecho” pero realmente, entre líneas, quieren esos derechos sin obligaciones. Y lo digo así, porque cuando sus feligreses afrontan o encaran sus obligaciones (bien ganadas en la mayoría de las ocasiones) ya no es justo, ya no es lo que querían, no era lo que pensaban. Y entonces, ¿dónde quedó su Libre Albedrío?

 

El peligro es…

 

Es muy reconfortante ver, como finalmente no se vive oprimido, ni se tienen tantas escenas de abuso como antes, ya no se ve tan mal el trato a comunidades menos desarrolladas, los jóvenes son más escuchas y tienen, más libertades que al menos por aquellos años donde no se hacía nada sin el permiso de los padres, ni se movía un solo mueble sin la autorización de la madre. Todo, poco a poco ha sido más “suelto” por llamarle de alguna forma, pero lo que los jóvenes actuales y la dichosa Comentocracia no terminan por ver ni aceptar es que:

 

“Nunca habrá libertades sin responsabilidades”

 

Así, que, si uno sigue a alguien o es partícipe de algún movimiento antes de cualquier cosa, se debe analizar bien quién dice y por qué, se debe ser responsable y ver qué llevó a alguien a exigir algo, pero sobre todo, qué tanto sabe esa persona del tema que le atañe y no, seguir nada más a uno de tantos que salen de la noche a la mañana, gritando al mundo que se siente ofendido o harto porque el Sol, ahora les irrita la piel y es culpa del gobierno porque nunca hacen nada por el pueblo.

 

El peligro latente es que la sociedad y actualmente las nuevas generaciones, ya no piensan, solo se suman. Ya no critican, solo apoyan. No cuestionan, solo condicionan. Ya no argumentan, ni proponen, solo atacan diciendo “no es justo”.

 

Bien me decían mis abuelos “Si tú ves que todos tus amigos van y se tiran a la orilla del peñasco, ¿qué haces? ¿Vas y te tiras tú también?”

    

¡No!… ¿verdad?

 

 

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Por adminCGJ

Un comentario en «✍ La Redes Sociales, Comentocracia y el peligro del libre albedrío.»

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